Este es el poema con el que caí rendida ante Seamus Heaney hace algunos años, el primero de los suyos que llegó a mis manos, el que mejor lo representa y uno de los más destacados:
Cavando
Entre el índice y el pulgar
descansa la pluma gruesa, grata como un revólver.
Bajo mi ventana, el claro raspar
de la pala que se hunde en tierra arenisca:
mi padre, que cava. Observo desde arriba
el esfuerzo de su trasero entre las plantas;
se dobla y se yergue veinte años antes,
agachándose rítmicamente entre hileras de patatas
donde cavaba.
La bota gruesa descansaba en la pala, era palanca
el mango apoyado con firmeza en la rodilla.
Arrancaba brotes fuertes, hincaba la hoja brillante,
esparcía patatas nuevas que nosotros recogíamos,
gozando de su dureza fría en nuestras manos.
¡ Señor, cómo manejaba la pala el viejo!
Igual que su padre.
Mi abuelo cortaba más turba en un día
que nadie en turbera de Toner.
Una vez le llevé leche en una botella
con un torpe tapón de papel. Se enderezó
para beberla, y volvió enseguida a la tarea
de cortar y cercenar con primor, arrojando terrones
por encima del hombro, ahondando más y mejor
a la busca de la turba buena. Cavando.
Se despierta en mí el olor frío a mantillo,
el chapoteo de carbón empapado, los bruscos cortes
de la hoja que atraviesa raíces vivas.
Pero yo no tengo una pala con la que seguir
a hombres como ellos.
Entre el índice y el pulgar
descansa la gruesa pluma:
cavaré con ella.
Seamus Heaney, "Digging" desde "Death of a Naturalist". (1966)
(Traducción de Brian Hughes y Esteban Pujals).
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"Las distancias tocadas por la gracia vuelven amigos a los extraños."